Atreviéndose a tomar las riendas

Durante más de una década, Felipe Keyer ha asistido cada sábado al sector de Los Pinos, en Reñaca, para participar de las sesiones de equinoterapia de la Fundación Trekán. Diagnosticado desde pequeño con Trastorno del Espectro Autista, este joven de 17 años y de pocas palabras, durante una hora experimenta una especial y emotiva conexión con su caballo, logrando una comunicación única y afectiva con uno de los más nobles animales en la tierra. 

Diez de la mañana, y en forma puntual, casi sagrada, Felipe Keyer asiste con su madre a las sesiones de equinoterapia brindadas por la Fundación Trekán en un hermoso y boscoso entorno emplazado en el sector de Los Pinos, Reñaca. 

Son sesenta minutos en que este joven de 17 años, diagnosticado desde pequeño con Trastorno del Espectro Autista (TEA), se concentra, se relaja y está más alerta que nunca. Su madre, María Paz Villaseñor, quien además cursó los estudios de diseño textil, es quien ha estado acompañando a su hijo en este largo, pero hermoso viaje llamado vida. 

“Son 17 años, pero muchas historias que contar. Creo que no alcanzarían las páginas, desde que veíamos a nuestro hijo caminar en el condominio. Tenía cerca de un año y medio, decía muy pocas palabras y deambulaba sin rumbo fijo. Por momentos se quedaba mirando uno de los pocos arbustos que hay en Iquique”, recuerda María Paz, aquellos primeros años de su hijo.

¿Cómo fueron manejando estos indicios?

“Además de haber aprendido a caminar al año y cinco meses, era como un niño que parecía sordo, con la mirada perdida. Cuando cumplió dos años lo metimos al jardín infantil, igual como hicimos con su hermana mayor, pero allí se apretó un dedo con la puerta y lo tuvimos que llevar a la clínica. Luego, hubo una reunión del equipo de educadores que nos sugirieron llevar a Felipe al neurólogo. Lo increíble es que años más tarde, noté que esa receta de unos 15 años atrás decía autismo”.

El que tu marido sea marino, significa que han tenido que mudarse constantemente…

“Precisamente, cuando Felipe cumplió tres años, nos mudamos a Toronto, Canadá. Pero mantenía algunas conductas extrañas. No tenía lenguaje, por ejemplo. Así que algunos médicos del Hospital Naval decían que no hablaba, otros que tenía líquido en los oídos; incluso se le hizo incluso una operación”.

Complicado, además de estar en un país de habla extranjera. 

“Imagínate que el neurólogo me dijo que sólo le hablara en español. Entonces también se nos coartó la posibilidad de ingresarlo a un colegio. Felipe tampoco interactuaba con otros chicos. Así que Entre tanto deambular lo llevé a una especie de casona que contenía diversos espacios de juegos para que los padres pudieran estar con sus hijos dentro de un ámbito lúdico. Para mejor, la persona que me recibió era mexicana, y me dio varias recomendaciones para el bienestar de mi hijo. En resumen, logramos contactar a una fonoaudióloga, que era colombiana, en Toronto y gratis. 

A su vez, Felipe comenzó a asistir a un jardín que le hizo súper bien, y logramos estar cuatro meses antes de venirnos a una fonoaudióloga con la presunción de autismo. Desde allí no paré más en terapia”.  

EQUINOTERAPIA

Precisamente, en su retorno a Chile, por el año 2010, la familia Keyer – Villaseñor descubrió las terapias con caballos para niños y jóvenes con espectro autista. Por lo que cada sábado, en forma sagrada, asisten acompañando a su hijo a un momento donde hombre y animal generan una conexión que requiera más que simples palabras para explicarla. 

“Felipe nunca le tuvo miedo al caballo. Desde que tenía unos siete años, – explica su madre-. Y esa es la riqueza de este noble animal. Es parte de la calidez que brinda cuando va caminando, entonces el calor los relaja y se colocan más alerta a la terapia propuesta”.

Al respecto, Cecilia Schulz, fundadora y directora de Trekán explica que “desde que conocieron a Felipe se comenzó a trabajar el tema de la flexibilidad mental, adaptación a los cambios, a la nueva situación terapéutica. A los caballos, al tema del vínculo”.

De esta forma, y a lo largo de los años, se ha logrado cumplir una serie de importantes objetivos, “respetando su ciclo vital, pues comenzamos a trabajar con Felipe desde muy pequeño y ahora es un joven de 17 años. Por ello, nos hemos ido adaptando a los requerimientos de cada etapa”. 

Sobre los avances de Felipe Keyer, la educadora diferencial comenta que “él es bien buscador de estímulos sensoriales, y precisamente el caballo – a través de su movimiento, cabello y calor que proporciona su cuerpo – brinda estas sensaciones que permiten reforzar actividades intencionadas”. 

TOMANDO LAS RIENDAS

En el último tiempo, se ha incorporado el uso de riendas con Felipe “por el tema de la autodeterminación”, destaca Cecilia Schulz. Que doble a la izquierda o a la derecha, se traduce en confianza en sí mismo, explican a su vez desde la Fundación Trekán. 

El objetivo, es que no solo pueda desarrollar actividades guiadas con implementos, con cambios posturales, sino que también “al incorporar las riendas vamos tratando estas otras habilidades”, como una forma literal en que Felipe Keyer, gradualmente, va tomando las riendas de su vida. 

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