Cuidar el corazón no es solo una cuestión fisiológica, también es un acto emocional y espiritual. No permitas que el odio haga nido en tu interior: es veneno lento que nunca libera, solo consume. Las ideas se debaten, los proyectos se discuten, pero las personas no se odian. El corazón tiene un espacio limitado, y cada rincón que ocupas con resentimiento le quita lugar al amor, la paz y la esperanza.
Haz el bien sin mirar a quién. Puede que no aparezcas en la portada de ninguna revista por ser generoso con tu tiempo, tus recursos o tu capacidad de escuchar, pero recibirás algo mucho más valioso: amor, gratitud y compañía. Lo decía el Padre Alberto Hurtado: “dar hasta que duela”, aunque en la práctica, quien da descubre que nunca termina doliendo. Porque el que da siempre tiene amigos, sonrisas, lealtad, cariño. Eso lo aprendí de mi abuelo, y es lo que intento transmitir a mis hijos: dar no es perder, es multiplicar.
El corazón es como un balde: si lo llenas de odio, pronto se endurece como piedra; pero si lo colmas de generosidad, se desborda en amor hacia los demás y termina llenándote a ti mismo. La vida es demasiado corta para andar con corazas de rencor. Sí, habrá quienes se aprovechen de tu bondad o incluso te hieran, pero cada vez que eliges amar, te conviertes en una mejor persona, y eso es un legado que vale más que cualquier riqueza material.
Dios es amor. Y quien ama, inevitablemente, se acerca a Él.
Tips para cuidar tu corazón
- No guardes odios: debate las ideas, pero nunca odies a las personas.
- Practica la generosidad diaria: escucha, comparte, acompaña. A veces basta una sonrisa.
- Llena tu corazón de cosas buenas: gratitud, amor, fe y esperanza.
- Recuerda que la vida es corta: no malgastes tu energía en resentimientos.
- Da sin esperar nada: el amor que entregas siempre regresa multiplicado.
Por Nicolás Cerda,
Psicólogo Clínico
**Si quieres sugerir un tema de salud mental para esta columna, escríbele al psicólogo al whatsapp +56978655700.