Concón despertó con una noticia que pocos vieron venir, aunque para otros era el resurgir de un viejo conocido. Rodolfo Moya (RN del pacto Chile Vamos), exjugador de fútbol y exconcejal, ha decidido regresar a la arena política. Su anuncio a través de redes sociales ha hecho eco en la comunidad, donde algunos ven en él a un hombre que puede traer proyectos beneficiosos. Pero hay algo que inquieta en el aire, una sombra que persigue cada paso de su campaña: un oscuro historial de pecados públicos.
Moya, un hombre que destaca por su pasado deportivo, se presenta ahora como un candidato decidido a tomar las riendas de Concón una vez más. Con un título de Técnico en Publicidad en mano, ha argumentado que está más que capacitado para gestionar el futuro de la comuna.
Sin embargo, la memoria es larga, y su candidatura ha destapado una caja de pandora que muchos creían enterrada. Detrás de su sonrisa de campaña y sus promesas, se esconde un expediente legal que amenaza con desmoronar su regreso.
Corría el 9 de julio de 2021 cuando el Juzgado de Garantía de Viña del Mar condenaba a Moya por uno de los episodios más oscuros de su vida: conducir bajo los efectos de drogas y, peor aún, amenazar de muerte a carabineros. El incidente ocurrió mientras Moya aún ejercía como concejal, y se dice que fue el inicio de su abrupta salida del concejo. Un cargo que, por lo demás, no llegó a completar.
EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ
Era una tarde de abril de 2019, y todo parecía rutinario en las calles de Concón. Pero el destino, como suele hacer, tenía otros planes para Moya. Mientras su auto permanecía mal estacionado en las cercanías del supermercado Tottus, oficiales de carabineros lo abordaron para pedirle sus documentos.
Lo que siguió fue una escena digna de una película: insultos, negativa a identificarse y, finalmente, amenazas de muerte.
Así lo relató el teniente de la cuarta comisaría de Carabineros de Concón, Jorge Reyes, quien en su declaración ante el tribunal, recordó las impresentables amenazas: “pacos culiados, los mato cuando quiero, ¿no saben quién soy yo?, ¿no saben los amigos que tengo? ¿no saben con quién se metieron? (sic)”.
Aquel día, Rodolfo Moya Spuler fue detenido. La sentencia no solo detalló sus amenazas. Reveló que el concejal conducía bajo los efectos de estupefacientes. Un informe del Servicio Médico Legal confirmó que en su sangre corría ácido nor delta nueve carboxi tetrahidrocannabinol, un derivado del cannabis. Pero la historia no termina ahí. Dos menores de edad lo acompañaban en el vehículo, aunque Moya solo se refirió a ellas como “sus sobrinas”, sin proporcionar mayores detalles.
Debido a todos estos hechos, Rodolfo Moya fue condenado a cumplir cien días de presidio menor en su grado mínimo y la inhabilidad de ejercer cargos públicos dentro del mismo periodo. Por esa misma razón – dejan entrever fuentes reservadas de su partido (Renovación Nacional) – decidió renunciar al cargo de concejal tempranamente.
ACOSO SEXUAL
Como si el incidente con los carabineros no fuera suficiente, unos meses después, en septiembre de 2019, Moya enfrentó una nueva denuncia. Esta vez, el escenario fue un gimnasio en Concón, donde una mujer lo acusó de grabarla sin su consentimiento mientras realizaba su rutina de ejercicios.
Según los testimonios recogidos por la prensa local, Moya negó las acusaciones, alegando que solo estaba “chateando”. Sin embargo, testigos del gimnasio aseguran que lo vieron apuntando su cámara hacia la joven.
Cabe mencionar que la joven interpuso una denuncia ante la cuarta comisaría de Concón por este hecho, el cual fue acogido y traspasado a la Fiscalía Local de Viña del Mar.
La denuncia por acoso sexual se sumó a la lista de controversias que han marcado la carrera política de Moya. Si bien él insiste en su inocencia, la opinión pública sigue dividida. Algunos lo defienden, argumentando que todos merecen una segunda oportunidad, mientras que otros no pueden ignorar la gravedad de las acusaciones.
RODOLFO MOYA ENTRE LUCES Y SOMBRAS
A pesar de todo, Rodolfo Moya ha lanzado su candidatura con un optimismo que solo podría describirse como temerario. En sus redes sociales, se le ve sonriendo, hablando de futuro y de proyectos que beneficiarán a la comuna. Pero cada vez que menciona el progreso, los fantasmas de su pasado parecen cobrar vida.
Sus detractores se preguntan: ¿cómo puede alguien con semejante historial aspirar nuevamente a un cargo público? ¿Es posible que un hombre con tantos escándalos a cuestas represente los intereses de la comunidad? Y sobre todo, ¿podrá Rodolfo Moya exorcizar los demonios de su pasado o estos terminarán devorando su futuro político?
Las cartas están sobre la mesa, y la decisión ahora recae en los votantes de Concón. ¿Elegirán a un hombre que, a pesar de sus errores, afirma haber aprendido de ellos? ¿O sus pecados públicos serán el peso que lo hunda definitivamente en el olvido político?
El tiempo, implacable juez, tendrá la última palabra. Mientras tanto, las sombras continúan acechando, recordando que el pasado nunca se queda atrás, y que los pecados públicos no se pueden enterrar tan fácilmente.